Me pregunto en qué momento empecé a ver al gurú como a alguien común. De la misma manera que queremos creer en un Dios porque da sentido a nuestra existencia, independientemente que exista o no, independientemente de que sea real, porque hay un deseo de encontrar sentido, y Dios para eso es un gran aliado (llámese éste Mahoma, El Todo o Einstein). La Historia ha sido testigo. De la misma manera, está el deseo profundo,esa esperanza, de que de verdad alguien sepa, que realmente sea cierto que existe esa persona que podrá salvarnos en vida. Yo deseaba con todas mis fuerzas que fuese así. Creo que ese mismo deseo me condenó al abismo de la realidad. Y una vez que lo tengo delante resulta que tampoco es tan amenazante. ¿Qué explicación puede tener que vea tan humano lo que presume de ser inhumano? A veces parece un fantasma que me persigue.
Insisto en querer recordar cuando empezó, me vienen muchos recuerdos y todos suman: un abuso, una profesora que no me consoló, un conocido estúpido y dogmático que se conviertió en diputado, unos padres negligentes, un líder espiritual que decidió mirar para otro lado cuando la cosa se salía del guión que él escribió…, ¡vaya! si que hay motivos para perder la fe.
Pese a lo dicho y con el corazón en la mano, siguiendo con mi discurso de los últimos tiempos, insisto en que hay muchos motivos para bendecir el trauma. Porque mientras tanto, por el camino me he ido sintiendo mucho más ligera.Tras perder el miedo de ir cayendo por el abismo, a medida que iba descendiendo, me di cuenta que también resultaba un ascenso. Caigo y me elevo porque la realidad cuando te topas con ella sin filtro es como una caída libre desde mucha altura sin paracaídas. Esa caída tan fuerte hace que rebotes y te vuelvas a elevar a la altura del águila que observa impertérrito la realidad sabiendo que ya no podrá ser atrapado, porque la ha comprendido, y entiende que ésta tiene consciencia.
Mientras, en ese trayecto de subida y bajada aparecen por el camino esa personas que fueron perdiendo el halo místico y fueron siendo vistas como simples humanos, espejos incómodos que me recuerdan que sencillamente ambos nos equivocamos.