¿Quién soy?

Soy Sandra Marcos

Cuando terminé de escribir este apartado me di cuenta que había aflorado una parte vulnerable e íntima de mí. Pensé en cambiarlo y dar espacio a una yo más fuerte y decidida que también soy. Sin embargo, en este momento deseo que sea esta parte la que muestre unas pinceladas de quien soy…

Nací un martes en la ciudad de la luz y el azahar. Crecí sana, fuerte y sin alegría. Una familia convencional, una vida convencional un futuro convencional truncado por un acontecimiento más casual y cotidiano de lo que muchos podrían pensar. Con 5 años alguien me viola y mi vida da un giro hacia un lugar que no debería haber sido pero fue.

Un lugar en el que la vida se torna de un color opaco, sin adornos, sin florituras.  Esta yo más lejana en el tiempo es ajena al mundo, no entiende que le pasa porque niega su pasado, se limita a estar. Para poder permanecer flota, eso le permite comer, dormir y soñar.

Sin embargo, esta vida victimizada y victimizando sólo dura una parte de la historia. Un día lo que parecía la simple trayectoria de una mujer gris da paso a un camino que cobrará un gran significado.   Ese día no es un día cualquiera y concreto, ese día siempre fue, siempre estuvo.

La posibilidad de mirar y ver la existencia con esperanza e ilusión siempre ha estado hermanada a la desesperanza y el olvido. Lo único que fue paulatino es desde donde me referenciaba para mirar el mundo.  Yo no elegí la predisposición a ir más allá de lo que dicen, de lo que escucho y de lo que me muestran, ese es sencillamente mi don y es lo que ahora ofrezco.

La Historia, la Educación Ambiental, el Tarot desde un enfoque terapéutico, amar el conocimiento y, por encima de todo, a mi hija me sirvieron de salvavidas y dieron una forma muy concreta y genuina de lo que soy a día de hoy. El milagro de abrazar la vida se hizo realidad al ir dándome cuenta de que mi historia y la Historia están indivisiblemente unidas, como un solo ente.

El entendimiento y la paz llega cuando veo el todo en lo micro, de la misma manera que no hay perspectiva completa de lo cotidiano sin lo global; no he podido amarme sin abrazar  también lo que me rodea, tal y como es, sin ambigüedades y sin dobles tintas.

La que soy hoy se siente con la máxima legitimidad para experimentar lo más placentero y verdadero de este tiempo extraño que nos tocó vivir y honrada de que así sea. La yo de ahora se siente libre, auténtica, única e imprescindible para sí misma. La vida de hoy tiene matices profundos y armoniosos, tiene esperanza y motivación, la siento pura y aceptada.

Con la profunda certeza de que todo lo que deseo es posible, como decía Kavafis, si mi pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca mi espíritu y mi cuerpo.

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