Ella es la matriarca de la concreción, la legítima heredera humana de la Tierra. Hacemos un millón de cosas al día, pero ¿acaso nos ocupamos de lo que verdaderamente tenemos que hacer? La mayoría de nuestros problemas se resolverían tomando acción sobre lo que llevamos siglos aplazando. La Emperatriz aunque dude, hace: hace y deshace. Nadie te puede asegurar que lo que venga después de hacer sea mejor y, aunque haya mucho que perder, la peor de las frustraciones sigue siendo no intentarlo.
Nuestras fronteras son transgredidas por otros que sí se atreven, mientras observamos nuestra vida pasar criticando sus acciones.
Yo ya me cansé de la solo aparente existencia. Hace ya tiempo decidí subirme al regazo de la Emperatriz y sincronizar su corazón con el mío; aprender a arriesgarme y, después, a trompicones hacerlo. Tropezarme con elegancia y entereza. Cada vez con mayor libertad y amor propio. Cada vez con una idea más clara de este arte que es la vida que no me enseñaron de niña y que he querido ir aprendiendo.