El sol es una carta que está asociada a la felicidad y al bienestar. Asumir el arquetipo del sol es, de alguna manera, renunciar al propósito de la felicidad plena que desde muy variados ámbitos se nos viene “imponiendo”; y cambiarla (esto es un punto de vista muy personal) por un tipo de felicidad mucho más de andar por casa, mucho más realista. Desde el surgimiento de la psicología positiva, fruto de una sociedad obsesionada con la superación personal y la autorrealización, la felicidad ha alcanzado un protagonismo y una categoría indispensable a la par que inalcanzable. La presión social, y la propia, establece unos estándares tan altos que el no alcanzarlos genera una fuerte sensación de frustración. Por no hablar del absurdo que supone descubrir tanta tragedia griega debajo de puras expectativas ajenas, cuando se busca paradójicamente lo contrario.
Y es que no hay que ser Sherlock Holmes para observar que la búsqueda de la felicidad se ha convertido en una industria muy lucrativa. Lo que nos hace deducir que el que tú y yo queramos ser “felices” beneficia a terceros; y como consecuencia que sea muy beneficioso para estos terceros el no llegar nunca a alcanzar los estándares de los que hablábamos.
Es en este contexto es donde yo rescato al sol y a su arquetipo. Es interesante recordar que esta carta surgió 700 años antes de que la felicidad se pusiera tan de moda. Es complejo rescatar la noción que tenía este estado para nuestros antepasados; para ello requeriría de un estudió histórico en el que habría que atender a los diferentes contextos espaciales, temporales, sociales, económicos y culturales desde la aparición del tarot. En todo caso lo diferentes modelos serían un variado constructo de creencias y valores, tan subjetivos como lo pueden ser hoy en día.
Lo que me resulta muy útil de esta carta es la revisión que podemos hacer en este instante, la posibilidad que yo tengo en este momento de otorgar una nueva estructura y categoría a mi bienestar y sentir. La coherencia y el respeto desde donde puedo hacerlo hoy, llegándome incluso a cuestionar la importancia que debe o no tener en mi vida. ¿Qué tal si elijo para empezar que mi felicidad consista en dejarme ser y estar como me de la gana?